viernes, 22 de febrero de 2008

Alegría, alegría, para el fin de semana lluvioso

Es al pedo, volvió Tommy y empezó a llover de nuevo en la Argentina. Él se lleva la humedad encima, la trae y ya sabemos todo el proceso hasta que llueve sobre la faz del planeta tierra. ¿Ustedes se dieron cuenta de lo mismo?
Tengo una ventana gris plomo en una pared con una hoja abierta, escucho el ruido de la lluvia, entra fresco y veo una pared de ladrillos naranja y unas plantas que se asoman. Hoy estoy alegre, especialmente alegre.
En la cena nos dieron canelones. Nadie sabe de que estaban rellenos pero para mí no eran de verdura, eran de ricota tipo tergopol. Comíamos y no los podíamos tragar y tomábamos mucha leche en jarra para desintoxicarnos. Las pastillas tienen muchos colores: azul, rosa, celeste suavecito, blanca. También hay verdes.
Anoche me convulsioné mucho mientras dormía al lado de la ventana gris, con un viejo ventilador DB, pero tenía la ventana cerrada. Ahora la abrieron y veo la lluvia. Pero eso ya lo conté. Las convulsiones son productos de los excesos de canelones, me comí ocho y de postre flan casero de maizena. Todo eso con agua no nos pueden tratar así!
Y todo eso me hizo soñar. Por primera vez en mi vida de encierro y de no encierro soñé con alguien que no conozco: anoché soñé con Dora. Pero como no la conozco no sé, no soñé con ella soñé con su nombre. Íbamos con Ri en su Falcon de viaje, él manejaba mientras yo le acomodaba la colita, hasta que paramos a cargar nafta en Villa María. Nos bajamos a comer unos churros rellenos con dulce de leche y vimos que estaba tomando un café Clara Muschietti. Ahí nomás nos vio y nos sacó una foto para su nuevo blog. De golpe apareció una chica toda colorada, con la cara colorada también, era Emma Peel que había ido al baño a cambiarse la toallita porque andaba con el asunto. Así, hablando de boludeces se nos vino la noche y teníamos que ir a dormir a algun lado. Nos recomendaron un hotel nuevo en Villa María, en pleno boulevard, era una construcción imponente que atravesaba con un puente aéreo el boulevard y unía dos torres nuevas, relucientes. Era un hotel cuatro estrellas. Primero entró Emma y preguntó cuánto costaba la noche y como nos pareció barato nos quedamos. Nos atendieron de primera y a cada rato decíamos "¡Qué increible! ¡mirá lo bien que te tratan en Villa María! ¡Parece Europa!", todo el tiempo decíamos eso. A la mañana en el desayuno pedimos la cuenta. Ri fue hasta el mostrador y dijo "¿Cuanto se le debe" pero lo dijo en griego. Y le dieron un papelucho de mierda, un pedazo de papel madera con un número, entonces Ri se enojó mucho y pidió una factura a los gritos en griego. Vino recaliente a la mesa y nos dijo acá tienen. Cuando la vimos decía "Grand Hotel Villa María" de Dora X. A la mierda pensamos y dijimos todos. Mirá Dora, tan callada y tiene un hotel. Igual no nos parecio tan raro. Salimos y cruzando la calle vimos una funeraria. Toda blanca con portones y puerta negra, decía, muy claro: Grand Funeraria Dora X. Y no paraban de entrar y salir cajones de muertos. Le preguntamos al diariero si la conocía a Dora X, y nos dijo que nadie le había visto el rostro pero que se comentaba que era una excéntrica millonaria que le gustaba mucho hacer chistes y bromas toda el tiempo. Nos fuimos caminando hasta el auto con Ri que estaba triste porque no había podido conocer a Dora X.